Estaba en la hora del amigo con mi nieto Norberto cuándo me dijo: -“Abuelo, todos los días tengo tantos asuntos que resolver, mis clases, mis tareas, los amigos, mi novia, ayudar a mi mamá en la casa. Parece imposible que en medio de tantas preocupaciones y contratiempos yo pueda mantener la SERENIDAD para resolver todo y no caer en la desesperación ni afectar a los demás con mi impaciencia”-
Entonces yo le dije: -“El
valor de la SERENIDAD nos hace
mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más
adversas. Esto me lo enseñó mi abuelo, cuándo los dos estábamos en la hora del
amigo”-
MI ABUELO
Y continué diciéndole: -“Cuándo
las dificultades nos aquejan fácilmente podemos caer en la desesperación,
sentirnos tristes, irritables, desganados y muchas veces en un callejón sin
salida. A simple vista el valor de la SERENIDAD
podría dejarse para las personas que tienen pocos problemas, en realidad todos
los tenemos, la diferencia radica en la manera de afrontarlos, por eso te
recomiendo siempre Norberto que mantengas la SERENIDAD”-
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