martes, 20 de mayo de 2014

EL ORDEN

Llegaron mis nietos de la escuela cuando estaba yo, en casa de ellos y se dieron cuenta que su habitación estaba muy ordenada, ya que su mamá se puso a acomodar todo lo mal que habían dejado su cuarto por la mañana.



El orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Andrés le dijo a Norbert: -Ya ves, en la mañana te dije que recogieras todo, pero te levantaste tarde y el cuarto quedo desordenado-



Entonces yo les dije: -Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tenga su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso-

Entonces me puse a recordar lo que mi abuelo Santiago me dijo: “El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretendremos en pensar que haremos el próximo fin de semana. Difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes de este momento y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio se inicia la pereza y que no nos extrañe que nos cueste mucho trabajo recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad que estemos realizando"



Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar las cosas y los objetos en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo sin dejar limpio el espacio donde labora. Imagínense a un mecánico que deja su herramienta tirada toda por el piso, para irse a tomar su almuerzo. Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad, a cada afecto el espacio que le corresponde.

El orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Andrés le dijo a Norbert: -Ya ves, en la mañana te dije que recogieras todo, pero te levantaste tarde y el cuarto quedo desordenado-

Entonces yo les dije: -Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tenga su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso-

Entonces me puse a recordar lo que mi abuelo Santiago me dijo: “El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretendremos en pensar que haremos el próximo fin de semana. Difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes de este momento y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio se inicia la pereza y que no nos extrañe que nos cueste mucho trabajo recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad que estemos realizando.

Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar las cosas y los objetos en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo sin dejar limpio el espacio donde labora. Imagínense a un mecánico que deja su herramienta tirada toda por el piso, para irse a tomar su almuerzo. Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad, a cada afecto el espacio que le corresponde.

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