miércoles, 28 de mayo de 2014

LA OBEDIENCIA

Una de las cosas que más trabajo nos cuesta es la de someter nuestra voluntad a la orden de otra persona.

Vivimos en una época donde se rechaza cualquier forma de autoridad, así como las reglas o normas que todos debemos de cumplir. La soberbia y el egoísmo nos hacen sentir autosuficientes, superiores, sin rendir nuestro juicio y voluntad ante otros pretextando la defensa de nuestra libertad.

Esto lo digo, porque al visitar una plaza en San Lucas mis nietos y yo vimos a un niño correr, su mamá le grito no corras, el niño la desobedeció, se cayó, y se puso a llorar.



Después de comprarnos una nieve, mis nietos y yo nos sentamos y fue ahí cuando les deje estas palabras.




Parece claro que el problema no radica en las personas que ejercen una autoridad como con esta mamá que le dijo a su niño: “No corras”. La seguridad y la armonía entre las personas están dentro de nosotros mismos. Debemos evitar caer en el error de sentir que obedeciendo nos convertimos inferiores y sumisos caracterizados por una libertad mutilada.

Cuando yo fui cadete, me enseñaron que para saber mandar, primero hay que obedecer.

También mi abuelo, cada vez que nos sentábamos a platicar en lo que él llamaba “La Hora del Amigo” me pedía que yo fuera obediente.




Debe quedar claro, la obediencia no hace distinciones de personas y situaciones, para que sea realmente un valor, debe de ir acompañada de nuestra voluntad de hacer las cosas, agregando nuestro ingenio y capacidad para obtener mejores resultados de lo esperado.

En cuanto terminamos nuestro helado, les pedí que fuéramos en busca de mi esposa y de su mamá, y de inmediato obedecieron. Así de sencilla es la OBEDIENCIA…

martes, 20 de mayo de 2014

EL ORDEN

Llegaron mis nietos de la escuela cuando estaba yo, en casa de ellos y se dieron cuenta que su habitación estaba muy ordenada, ya que su mamá se puso a acomodar todo lo mal que habían dejado su cuarto por la mañana.



El orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Andrés le dijo a Norbert: -Ya ves, en la mañana te dije que recogieras todo, pero te levantaste tarde y el cuarto quedo desordenado-



Entonces yo les dije: -Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tenga su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso-

Entonces me puse a recordar lo que mi abuelo Santiago me dijo: “El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretendremos en pensar que haremos el próximo fin de semana. Difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes de este momento y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio se inicia la pereza y que no nos extrañe que nos cueste mucho trabajo recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad que estemos realizando"



Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar las cosas y los objetos en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo sin dejar limpio el espacio donde labora. Imagínense a un mecánico que deja su herramienta tirada toda por el piso, para irse a tomar su almuerzo. Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad, a cada afecto el espacio que le corresponde.

El orden es un valor en el cual fácilmente podemos percibir la parte más superficial del mismo. Andrés le dijo a Norbert: -Ya ves, en la mañana te dije que recogieras todo, pero te levantaste tarde y el cuarto quedo desordenado-

Entonces yo les dije: -Por supuesto que a todos nos agrada encontrar las cosas en su lugar, ver un sitio limpio y donde cada cosa tenga su propio espacio. Sin embargo el orden es algo mucho más profundo que eso-

Entonces me puse a recordar lo que mi abuelo Santiago me dijo: “El orden interior se refleja en todas nuestras cosas. Si recreamos nuestra imaginación en fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entretendremos en pensar que haremos el próximo fin de semana. Difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes de este momento y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente ficticio se inicia la pereza y que no nos extrañe que nos cueste mucho trabajo recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier actividad que estemos realizando.

Adquirir el valor del orden va mucho más que acomodar las cosas y los objetos en su lugar. Por ejemplo nadie sale del trabajo sin dejar limpio el espacio donde labora. Imagínense a un mecánico que deja su herramienta tirada toda por el piso, para irse a tomar su almuerzo. Si, el trabajo es importante, pero tiene su espacio y sus límites. El valor del orden debe ayudarnos a darle a cada cosa su peso, a cada actividad su prioridad, a cada afecto el espacio que le corresponde.

jueves, 15 de mayo de 2014

LA PAZ

Llegaron mis nietos a casa y mientras sus padres fueron al súper para comprar la botana y los refrescos para la hora del amigo, nos sentamos a la mesa con un agua de limón y unas galletas. Andrés me dijo:

-Me gusta venir mucho a tu casa Tata, porque aquí se respira mucha paz- a lo que yo le dije:



-Vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican, en contraposición del desastre, la guerra y todo tipo de conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro. No depende de las decisiones de altos funcionarios, sino de lo que llevamos en el interior.

La paz es un valor que puede perderse muy fácilmente de vista. Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que convivir sus consecuencias o cuando en la familia, los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz.

Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo en común. Quien no sabe vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona conflictiva:

“Es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de poca importancia”

“Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y actitudes un doble propósito, normalmente negativo”

“Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia y má si está en contra de sus intereses”

“Busca por todos lo medios de salirse con la suya, aunque esté equivocado”
“Discute con facilidad”

“En la escuela, en los juegos, en su casa crea dificultades inexistentes”


-Mucha de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de comportarnos con los demás. Por eso Andrés, yo te invito a que siempre vivas en paz contigo mismo y con los demás-