-“En los momentos que la amistad o la convivencia se rompen
por cualquier causa, lo más común es la aparición de sentimientos negativos: La
envidia, el rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándonos a perder la
tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la serenidad, los que están alrededor
sufren las consecuencias de nuestro mal humor y la falta de comprensión. Al
pasar por alto los detalles pequeños que nos incomodan, no se disminuye la
alegría en el trato cotidiano en la familia, la escuela y el trabajo”-
Esto se los comenté a mis nietos mientras nos comíamos
un helado en la plaza Sendero de San Lucas, por el comentario que me hicieron.
-Anoche Tata, en la fiesta a donde fuimos, dos chicas
se pelearon- me dijo Andrés.
Entonces yo continué diciéndoles: -“En ocasiones,
estos sentimientos son provocados por acciones o actitudes de los demás.
Entonces nosotros debemos de empezar por perdonar al hermano y para perdonar
hay que evitar interpretar mal las actitudes del otro. Debemos de tener
disposición para aclarar o arreglar la situación y es por esto que debemos de
empezar por perdonar. El perdón enriquece al corazón porque le da mayor
capacidad de amar, si perdonamos con prontitud y sinceramente, estamos en
posibilidad de comprender las fallas de los demás. Perdonar es más sencillo de
lo que parece, todo está en buscar la forma de mantener una convivencia sana”-
Y terminé diciéndoles: -"esto fue lo que me enseño mi abuelo, y por eso se los comento a ustedes.
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